domingo, 9 de diciembre de 2012

JUAN MAR EN CABO VERDE.


 
 




 
 
Puesto ante todos estos hombres reunidos, ante todas estas mujeres, ante todos estos niños (sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra, así les fue encomendado), cuyo sudor no nacía del trabajo que no tenían, sino de la agonía insoportable de no tenerlo, Dios se arrepintió de los males que había hecho y permitido, hasta el punto de que, en un arrebato de contrición quiso mudar su nombre por uno más humano. Hablando a la multitud, anunció: “A partir de hoy me llamaréis Justicia”. Y la multitud le  respondió: “Justicia ya tenemos, y no nos atiende”. Dijo Dios: “Siendo así, tomaré el nombre de Derecho”. Y la multitud volvió a responderle: “Derecho ya tenemos, y no nos conoce”. Y Dios: “En ese caso, me quedaré con el nombre de Caridad, que es un nombre bonito”. Dijo la multitud: “No necesitamos caridad, lo que queremos es una justicia que se cumpla y un Derecho que nos respete”. Entonces Dios comprendió que nunca tuvo, verdaderamente, en el mundo que creía ser suyo, el lugar de majestad que había imaginado, que todo fue, finalmente, una ilusión, que también él había sido victima de engaños, como aquellos de los que se estaban quejando las mujeres, los hombres y los niños, y, humillado, se retiró para la eternidad.

 

 

                                                     José Saramago

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