domingo, 9 de diciembre de 2012

JUAN MAR SEGÚN SARAMAGO.



 
 
 
 
Aún corriendo el riesgo de no contemplar en toda su riqueza de promesas    ( y ya realizaciones) la personalidad creadora de  Juan Mar, pienso que esta se viene manifestando en dos direcciones. La primera, por una inteligencia ordenadora que, de acuerdo con esta interpretación, respondería a la necesidad de equilibrio y armonía del artista, como si él estuviese buscando un sentido para el mundo desde la idea que tiene de su propia identidad personal; la segunda, por una tendencia instintiva, tal vez por eso más evidente, para lo disperso, lo impreciso, lo fragmentario, que le aproximaría a un cierto gestualismo. La conciliación de estos contrarios, o dicho en otras palabras, el plano de su síntesis, se encuentra, a mi modo de ver, en el espíritu y en la visión de raíz claramente expresionista que atraviesa las obras de José Juan Mar. Esa raíz es la que unifica la diversidad de los modos expresivos de su trabajo, ya sean el collage, la instalación o la pintura.

La primera de las direcciones enunciadas, la de una inteligencia ordenadora, organizadora de espacios, casi de tenor arquitectónico, aparece en particular en la instalación y en el collage; ahí manifiesta la búsqueda de un sentido, no el sentido que subyace, el sentido que está detrás de lo que se ve. El ámbito donde se proyecta la segunda dirección, la del gesto que en el acto de moverse parece dudar entre la disciplina de la necesidad y el arbitrio de la libertad, es, preferentemente, el ámbito de la pintura.

Tanto en un caso como en otro, el artista asume como algo que visceralmente le pertenece, lo que él sabe que es inseparable de su personalidad de hombre y de creador, la mirada que heredó del Expresionismo, ese mismo expresionismo que trajo a la obra plástica nuevamente el drama del hombre. Que es, en resumidas cuentas, lo que a  Juan Mar más le interesa e importa.

 

                                              José Saramago

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